Una historia de mujer peruana.
De niña perdió a su madre a los dos años. Su padre no la reconoció y no se hizo cargo de ella. Al morir su madre los tres hermanos tuvieron que separarse, ella, la menor, quedó a cargo de su abuela. Eran fines de los años cincuenta del siglo veinte, su familia era de la sierra, en nuestro país los hacendados o dueños de las tierras eran los que dominaban extensos territorios y hacían lo que querían casi sin control. A su abuela una de estas familias se la quitaron y la tomaron para criarla con el pretexto de que la abuela no podía cuidarla por su edad y pobreza y que ellos si le darían una mejor vida. Su abuela cada cierto tiempo volvía a la casa a reclamar con lágrimas que le devuelvan a su nieta.
Esta niña creció haciendo los trabajos de la casa, ella estaba para servir a la familia y a cambio le daban comida y una habitación, nunca le pagaron un sol por el trabajo que hacía a tiempo completo. Como no era hija de la familia la trataban mal, la golpeaban y humillaban en muchas ocasiones, incluso trataron de violarla. No era la única que vivía bajo las mismas condiciones en esa casa, también había un niño que creció con ella como un hermano. En la sierra miles de personas eran tratadas como ellos en aquellos años.
Desde muy pequeña trabajó sin sueldo, a la vez le dejaron muy en claro que esa casa y esas cosas no eran de ella. Cuando comenzó a crecer y estaba en los primeros años de primaria le comenzaron a quitar la educación a pesar que ella si quería estudiar, ya había aprendido a leer y la señora de la casa le decía: "no es necesario ya que estudies, con lo que has aprendido es suficiente porque sólo necesitas leer y escribir para poder cartearte con un hombre con el que luego te casarás, no necesitas más".
Sufrió mucho por la suerte que le tocó, por la temprana muerte de su madre, la ausencia de su padre y el vivir con gente que la hacía sufrir y sentir mal.
A medida que creció fue entendiendo todo lo que le pasaba y llegado un momento comenzó a rebelarse. Ya no era tan sencillo golpearla por los escándalos que armaba. Entre los campesinos que trabajaban la tierra corrían el rumor que los hacendados mataban a los campesinos y que el dueño de la casa era malo. Por eso ella aprovechaba para gritar en las ventanas cada vez que le pegaban "me matan ¡auxilio!, ¡me matan!", era su única manera de defenderse por la vergüenza de la señora de la casa. Como creció ya no era fácil humillarla porque siempre respondía y ponía en evidencia lo injusta de la vida a la que la tenían sometida.
Llegada a la edad adolescente, la señora de la casa le "sugirió" que se casara con el panadero de la cuadra (seguro ya habrían hecho algún acuerdo) y que él la trataría como una reina, que ella ya no tendría que preocuparse por nada. Ella se negó rotundamente y le insistieron a que lo haga pero ella nunca aceptó la "sugerencia".
Al cumplir los 16 años entendió que había sido suficiente, ella quería ser libre, estudiar, conocer otros lugares y sobretodo vivir su vida, ser la dueña de sus cosas y de su propio destino, ganar su dinero.
Tomó la decisión de huir de aquella casa con alguna vecina cómplice para irse a vivir a Lima. No fue tan fácil, una joven no podía viajar sola en esos días sin la compañía de un adulto y la mayoría de edad se alcanzaba recién a los 21. A pesar de todo y de que la señora trató de enviar a alguien a encontrarla, logró escapar de ese pueblo lejano de la sierra y llegar a Lima. Tuvo que ir a vivir a un pueblo joven sin agua ni luz en una de las recientes invasiones de Lima, a lo mismo, trabajar sin un pago a cambio. Como estaba acostumbrada a una vida en una gran casa no soportó y se fue a reencontrarse con su hermana pues le llegaron a comunicar su dirección en Lima. El encuentro no fue del todo bueno porque las hermanas nunca se llevaron bien, al mes se fue a vivir a un departamento donde una señora le ofreció trabajo remunerado y un cuarto para vivir. Ahí la trataban bien y era considerada, era la empleada de la casa, le pagaban un sueldo y la dejaban estudiar. Trató de volver a terminar de estudiar pero no pudo concluir la secundaria por múltiples motivos pero nunca por falta de capacidad.
Con los años ella se casó a los 22 años, su esposo era profesor y con el sueldo que gana un profesor no se podía mantener una familia. Además, siempre tuvo claro que su vida no dependía ni debía depender de aquel hombre. A ella le gustaba tener su dinero y su independencia económica y aportar por igual que el hombre, para ello era mil oficios, hizo de todo fue empleada de casa, fue asistente de un chifa, hacía vestidos de niña, tejía chompas, hacía ropa de mesa a crochet, vendía comida, cocinaba tamales, polladas, vendía diversos productos y hacia todo lo que le podía dar un ingreso extra para poder completar el presupuesto familiar, a todos lados en dónde iba a trabajar tenía que a la vez ir con su hijo.
Hoy ha logrado una estabilidad económica, administra el hogar con diligencia y eficiencia, pero sobretodo con amor y respeto, se permite vivir una vida tranquila, sin lujos, pero cómoda y sin carencias. Es una mujer libre.
Esa mujer es mi madre y esta historia trata sobre ella y sobre lo que su condición de mujer provinciana y pobre la llevó a vivir en un mundo machista, excluyente, discriminador, explotador, injusto y violento. Y sin embargo, mi madre, pudo salir adelante de todo. Mi madre es una sobreviviente luchó y luchó todos los días contra un mundo que se le puso en contra desde los primeros días de su vida, que nunca le dio tregua hasta que ella finalmente lo venció, no sólo ella sino también las miles de mujeres que fueron conquistando derechos para hacerles el camino menos complicado a las demás.
Como la de ella hay miles de historias, pero por una mujer como mi madre, que logró salir adelante, hay miles que no tuvieron la misma suerte, que se quedaron en el camino y que tomaron rumbos distintos en las que algunas menos afortunadas seguramente encontraron la muerte.
No le digas a una persona que solamente luchando saldrá de su condición de pobreza porque eso no es justo. Si algunos afortunados como mi madre a costa de increíbles sacrificios y grandes sufrimientos lograron sobrevivir, ello no significa que sea justo sufrir tanto para poder tener una buena vida porque no todos logran salir adelante, a miles los aplasta el mundo. Nunca digas a alguien que se esfuerce mucho para salir adelante si no vas a señalar las injusticias de una sociedad enferma de machismo y de desigualdades para mujeres y para los pobres. Si solamente vas a criticar a alguien porque no hizo lo suficiente para sobrevivir mejor quédate callado.
La protagonista de esta historia es mi madre y siento que no seré un digno hijo de ella si no lucho un poco cada día para que cada vez menos personas tengan que pasar lo que ella pasó. Cuando veo una niña provinciana por la calle no puedo dejar de pensar en mi mamá, en cómo pudo haber sido de niña. El tiempo no retrocede así que sólo queda tratar de hacer este mundo un poco mejor.
Hoy es día de la mujer y lo que mi mamá vivió es más intenso en mi memoria. Como todo hijo estoy orgulloso de mi madre de su fortaleza y su amor, reconozco en ella a todas las mujeres que luchan por hacer de este un mundo mejor para ellas, para los que aman y para todas y todos.