domingo, 16 de octubre de 2011

La lucha ideológica y el macho que se respeta

El tema de género se ha convertido en un campo de batalla más de la lucha política e ideológica entre las corrientes “conservadoras” y “progresistas”. En efecto, las imágenes y gestos de las altas autoridades nacionales transmiten al país sus posiciones políticas y mediante ellos sus conceptos, valores e ideas sobre la vida.

Por ejemplo, recordemos un episodio de la anterior pareja presidencial: ¿qué mensaje nos trasmitió ver a Pilar Nores en conferencia de prensa escuchando las explicaciones de Alan García, admitiendo sus correrías y haciendo público que tenía un hijo fuera del matrimonio? Al respecto, los grupos conservadores “defensores de la familia” (Cipriani por ejemplo) no criticaron esta conducta con la vehemencia e insistencia con la que criticaron y atacaron a Alejandro Toledo sobre la paternidad de una de sus hijas. En el caso de García, al varón le fue perdonado tener un hijo mientras su esposa debe estar callada y acompañarlo en su “vergüenza” pública, manteniendo las apariencias.

Por otra parte durante la campaña Ollanta Humala y Nadine Heredia se mostraron como una familia unida y funcional. Sin embargo, a diferencia de la anterior primera dama, que eventualmente opinaba sobre temas de Estado y estaba más inmersa en las labores sociales de su fundación, Nadine Heredia rompió el protocolo el 29 de julio ubicándose al lado de su esposo en la misma tribuna y no en otra como solía ocurrir siempre. Además, es dirigente y cofundadora del partido nacionalista y, como se sabe, toma decisiones importantes desde el partido con respecto al gobierno de Gana Perú, es decir es protagonista dentro del actual Ejecutivo y no es una figura anexa a su esposo. Gestos como el del 29 de julio podrían parecer a los ojos conservadores que la actual primera dama esté “desubicada”, asimismo, un sector machista puede considerar el liderazgo de Nadine como sospechoso, pues la imagen que se ha forjado de Ollanta es la de fuerte y autoritario.

Dentro del Ejecutivo, la actual ministra de la mujer se esfuerza por colocar la justicia de género como tema central, implementando leyes que condenen con severidad el feminicidio, aún cuando la prensa no dé a este tipo de iniciativas mucha cobertura. Como ella misma anota, de qué sirve que varios colegios de la capital lleven el nombre de destacadas mujeres de la historia peruana si casi nadie de nosotros conoce de los aportes y de las luchas que tuvieron que realizar. Sin embargo, como apunta en su reciente artículo de Patricia del Río, el problema del machismo y sus consecuencias “son un tema muy complejo que ni las leyes ni las líneas de ayuda van resolver”. Creemos que en una sociedad fuertemente machista como la nuestra es importante que las autoridades de alto nivel y los políticos generen gestos y encarnen imágenes que hagan docencia al respecto, que aporten a la construcción de una nueva imagen de las relaciones de género, y de masculinidad en el caso de los varones, condenando las prácticas machistas de siempre que infestan nuestra sociedad, mostrar que las mujeres y los varones tienen por igual capacidades y oportunidades para alcanzar altos cargos de gobierno es positivo para ir cambiando de mentalidad.

Gestos políticos de parte de la sociedad civil también son importantes como los que le fueron exigidos a este nuevo gobierno, pues había prometido un gabinete paritario y al momento de la selección de ministros en su primera etapa había colocado solo varones obligándolo prácticamente a designar mujeres en las carteras faltantes.

Uno de los roles de los líderes y políticos es configurar nuevas identidades sociales que hagan más democrática nuestra sociedad, esto se logra con los gestos, imágenes y símbolos, como hemos anotado líneas arriba; pero también con acciones efectivas dentro de las instituciones. Al respecto, recuerdo el caso de una institución a la que pertenecí en la cual todos los años se eligen dos presidentes: una mujer y un varón (presidencia compartida), y además con una cuota de descentralización pues uno de los presidentes debe ser de Lima y otro de provincias.

Esperamos de nuestra parte que el resultado de la lucha ideológica afirme el reconocimiento tanto del hombre como la mujer como ciudadanos plenos no sólo de derechos y deberes sino también de respeto y consideración por parte de los demás. Exhortamos a quienes se forman para ser los líderes políticos de los próximos lustros tengan presente el generar con creatividad y sagacidad los gestos necesarios para la construcción una nueva masculinidad que nos haga más democráticos y vayamos dejando en el olvido al “macho que se respeta”.


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